El Museo Reina Sofía se ha convertido en sede por varios meses de la primera muestra retrospectiva de uno de los artistas españoles de mayor y más fructífera trayectoria a lo largo de las últimas cuatro décadas. Nos referimos al malagueño Rogelio López Cuenca (Nerja, 1959), quien nos propone con dicha muestra un recorrido por su quehacer artístico a través de mapas afectivos y de contingencias. La exhibición precisamente mapea un recorrido artístico en el que se aprecian las características formales y conceptuales de su obra, marcada por la pluralidad, ya sea de lenguajes –propios de las vanguardias, la abstracción, el lenguaje popular y el pop–; de soportes –la pintura, las instalación, la intervención urbana, la fotografía, el grabado, la música, etc.–, hasta la variedad temática que responde a las preocupaciones que a lo largo del tiempo han ido inquietando al artista. Hablamos de un creador altamente comprometido con su contexto, que se cuestiona desde los predios del arte aquellas problemáticas que hoy aquejan a la sociedad. Las migraciones masivas, el neoliberalismo en la cultura, la banalización del arte como mercancía, la crítica institucional, el espacio de la ciudad y la memoria histórica, son algunas de las interrogantes que al artista le preocupan y ocupan; pues utiliza el medio artístico como resorte para denunciar aspectos de la sociedad posmoderna, signada por la lógica del consumo.
Leer más...Comisario: Ignacio Cabrero
Del 20 de junio al 27 de septiembre de 2019
El “golpe de dados” de Mallarmé sigue funcionando como mito fundacional, tan importante para las Artes Plásticas como para la Poesía, inaugurando, en realidad, un territorio intermedio o anulando las fronteras entre esos mundos. Los caligramas de Apollinaire resultarían, algo más tarde, una respuesta algo más ingenua al problema de la relación entre palabras e imágenes. Michel Foucault habla de unas estrategias más interesantes y complejas, las de Paul Klee y de Magritte, entrecruzando, el primero, “la cadena de los signos y la trama de las figuras”, torpedeando el otro la “vieja pirámide de la perspectiva” al surcar con las palabras el espacio pictórico. Marcel Broodthaers será después alguien que beba de Mallarmé a través de Magritte. Uno de sus trabajos más notables parte, precisamente, de aquel “golpe de dados” inaugural. Es una edición limitada de 1969 donde sustituirá las palabras por formas puras, renglones ciegos, algo que también podría identificarse como una censura de los significados.
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